23 de enero de 2016

Sinceridad


Hoy más que nunca siento el deseo de ser sincero; primero conmigo mismo, luego con el resto de la humanidad. La inseguridad de no saber exactamente lo quería me llevó a crear un mundo irreal para sobrevivir en este mundo lleno de cosas falsas. Paulatinamente, sin darme cuenta, me había convertido en aquello que tanto me negué a querer ser. Siempre criticaba a quienes vivían la vida tan inseguros, como la cuerda que sostiene la ropa tendida.

Hoy quiero hacer un pare en el camino y meditar entorno al hombre que me he convertido. He dejado de ser luz para quienes me consideraban una lumbrera. Sin embargo, muy dentro de mí aún yace una chispa capaz de encender y aclarar la más oscura de las tinieblas. Dentro de mí aún permanece la Luz de Jesús.

Ser sincero no es fácil cuando se trata de amar, vivir y ser feliz, en un mundo donde impera el odio, la muerte y la infelicidad. No obstante, mi alma tiene sed de ser sincera, de no autoengañarse con ilusiones vanas, aun a expensas de su propia existencia. Mi alma sabe exactamente que de ello depende el encuentro final con su Creador.


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