3 de marzo de 2010

Quiero asombrarme

Cuando yo era niño, cualquier cosa me asombraba, pues, casi todo era una nueva experiencia. Mi mente exigía una explicación regularmente negada. Y meditaba lo que veía y preguntaba su por qué. Más hoy son tantas cosas que he visto, que mi capacidad de asombro se ha esfumado… ¡Voló lejos! Desapareció el ¡Wow! Ya no le digo al avión que me tire una cucharita; ya no creo que en la luna hay un hombre con un burro cargado de leñas; ya no aplaudo cuando llega la luz (claro, es que nunca llega). Hoy quiero asombrarme de nuevo, dejar el relativismo atrás, ser yo mismo. Quiero asomarme a la ventana y asombrarme cuando los primeros rayos del sol acaricien mi rostro y la fresca brisa de la mañana roce mi piel; quiero asombrarme al escuchar los pajarillos cantar; al oler el suave aroma del café preparado por mamá. Quiero asombrarme al verte pasar con tu ímpetu de serenidad.

No perdamos nunca la capacidad de asombrarnos, es lo que nos anima a dejar el escepticismo y creer más en lo que queremos hacer.

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