21 de noviembre de 2008

Viento contraído

Cayó la tarde y el sol menguó entre las montañas: su luz desapareció para que las estrellas hicieran su entrada. La luna se ausentó tan sólo el tiempo que tardó su maquillaje. Mientras tanto las estrellas engalanaron el cielo con su resplandor.


Se hizo tarde y llegaste a mi encuentro acompañada de la noche.
Tus ojos me miraron fijamente por un segundo eterno,
Me pareció tan tierno el momento que no resistí acercarme a tu rostro
Para darte un beso. Tus labios rechazaron los míos, pero tu mirada me decía
Que lo necesitabas.


Confundido retrocedí unos pasos y me limité a observarte.
Allí te veía sentada en el camino con las manos temblorosas,
Esperabas que te hablara, pero una sola palabra no musitó mi boca.


Llevabas puesta una extraña blusa y en un bolsillo de ella una hermosa rosa.
¿Cómo hacer para decirte que añoraba este momento para entregarte el corazón?
Pensé expresarte lo pensado, pero seguía sumiso antes mis sentimientos ocultos.
Por mi mente divagaban recuerdos de antaño, sentí cómo pasaron los años sin prisa ni equipaje.

Te recordé corriendo en aquel paisaje, mientras olías las flores del lugar de peregrinaje.
Me miraste nuevamente y tus ojos con los míos se fusionaron. Te levantaste del andén y me abrazaste aferrada como el náufrago se aferra a su salvavidas.
Escuché de tus labios que me amabas, que era en mí en quien pensabas y no sabrías qué hacer si de tu lado me alejaba. Mis labios se quedaron tácitos, inmóviles en el espacio sin poder musitar una palabra, un gesto, una reacción.

Te abracé como si fuera la última vez que te viera. Te apreté fuertemente contra mi pecho y pude escuchar el movimiento de tu sangre al salir de tu corazón tan acelerado, tan apático, tan simple…

Nuevamente tus ojos con los míos se cruzaron… Te acercaste suavemente a mi rostro buscando mis labios, como quien busca beber agua de la fuente. Cerramos los ojos y…
Desperté.

No hay comentarios:

Seguidores