23 de abril de 2016

Cuando sea grande


    
  ¿Te acuerdas que cuando eras pequeño querías ser grande para hacer lo que te diera la gana? ¿Qué tal vas con eso?

Cuando era niño, igual que nos pasa a todos, quería ser grande. No para hacer lo que me diera la gana, sino para cambiar el mundo, aunque mi mundo significase las cuatro paredes que formaban mi habitación. Recuerdo que leía todo lo que me llegaba a las manos, tal vez tratando de encontrar la clave que me llevara a la realización de mis sueños. En mi entorno habían pocas personas que pudieran motivarme a imitarlas, por tal motivo me idealizaba algunos personajes como forma de automotivarme a ser mejor. Fui creciendo y todo fue tomando forma. Hiciera lo que hiciera, dos cosas no dejé de hacer: estudiar y jugar. Sabía perfectamente que para cambiar el mundo, necesariamente tenía que empezar por mí antes de lanzarme hacia afuera. Con el tiempo comprendí que todo se hacía a base de sacrificios, renuncias y mucho dolor.

Según mis facultades mentales, en varias ocasiones hice lo que me dio la gana camino hacia lo que sería el "cambio" de un mundo mejor. Me vi envuelto en protestas civiles, lanzando piedras y arrojando escombros en las calles. Alguna vez me vi casi impactado por una bomba lacrimógena o por un perdigón disparado por algún policía. En ese momento entendía que ya había crecido. ¡Había llegado a donde quería llegar! Sin embargo, no deseaba seguir haciendo lo que me diera la gana, sino encarrilar mi vida hacia un camino que verdaderamente me asegurase un futuro mejor.

Que ¿qué tal voy con eso de ser grande? Digamos que estoy en un proceso de inmersión a la madurez y de efugio a la niñez. Trato de no morir a los sueños que de niño tuve, ni tampoco convertirme en un adulto que no sabe ser feliz porque ahogó al niño que yacía en él. 
Yo no quiero hacer lo que me dé la gana, quiero hacer lo que me haga feliz.

No hay comentarios:

Seguidores