5 de febrero de 2013

Los sueños no sólo son sueños


Pedro Calderón de la Barca hizo mundialmente famosa la frase “la vida es sueño y los sueños, sueños son”, aludiendo a que debemos ser más realistas en las cosas que queremos lograr en la vida. Pero difiero de este ilustre escritor del siglo XVII, pues creo que todo en la vida debe ser soñado antes de ser realizado. Antes de ser acto, primero somos potencia. Esto es, pasamos de la posibilidad a la realidad.

Hace poco conocí a un niño que llamó mucho mi atención cuando le escuché hablar, una vez terminada una celebración eucarística presidida por un sacerdote amigo mío en Río San Juan. Su voz era fuerte, segura y convincente. Ese niño tenía unos siete años de edad. Era ciego de nacimiento. -¡Mi nombre es Allan Lewis! –Dijo fuertemente a la asamblea allí presente. Y procedió a cantar una canción de título “Esperanza”, hecha famosa por el cantautor español Enrique Iglesias. “Esperanza te aseguro que sin ti hoy nada tengo y serás por siempre el ángel de mis sueños”, decía una parte de esa linda canción.

¡Sueños! ¡Qué sería del ser humano si no tuviera sueños! El ciclo de la vida nos incita a pensar en el futuro, en el hacia dónde voy; en el qué me espera. Allan, a pesar de su corta edad, tiene sueños como los pudiera tener cualquiera. Y digo cualquiera porque él tiene una discapacidad que, quizás, le dificultará un poco su caminar hacia ese sueño.

-Yo quiero ser actor de telenovelas.- Me dijo con seguridad. En ese momento no pensé en su sueño, sino más bien me fijé en su discapacidad. Mi ignorancia me decía que hasta ese momento no había conocido un actor ciego. Sí los hay cantantes como Andrea Bocelli o nuestro Teodoro Reyes, por citar algunos. Sin embargo desconocía si existiera un actor no vidente.
Le pregunté las razones que él tenía para querer ser actor y me abstuve de hacerle alusión a su discapacidad.
-Me gusta la actuación y pienso criar a mis hijos con el dinero que gane actuando en telenovelas.- Me dijo sin titubeos. Entonces entendí que el discapacitado era yo al creer que Allan tendría dificultades para alcanzar sus sueños.
No me quedó más que adentrarme en su mundo.
-Pero ya en las telenovelas hay uno con tu nombre. Le dije para tratar de intimidarlo. A lo que me respondió:
-Sí. Pero ese se llama William Levy y yo soy Allan Lewis. Además yo seré mejor que él. Para cuando yo quiera ser actor, él estará viejo y acabado.- Esas palabras sacaron de mí una sonrisa y un suspiro de reverencia. Allan me había dado una bonita lección. Entender que los sueños, aunque parezcan imposible pueden convertirse en realidad, siempre y cuando se deseen de corazón. Que me disculpe don Pedro, pero creo que la vida es sueños y los sueños son posibles realidades.

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