6 de enero de 2012

Los amigos


Cuando un amigo se ausenta de tu vida, sabiendo que es importante para ti, es laudable salir al encuentro de éste. Los amigos no se abandonan, -me dijo una vieja amiga-. Desde entonces entendí que siempre hay que correr tras los amigos. A pesar de que ellos no piensen como tú y no procuren salir a tu encuentro.

La amistad debe ser recíproca, deben existir los mismo sacrificios en cada parte; cada cual debe tener el mismo interés de manera mutua. Es la idealidad de la amistad. Pero en realidad las cosas son distintas. Lamentablemente, en una relación siempre existe uno que necesita más que otro. Éste será el que buscará fervorosamente estar al lado de la persona que quiere.

Yo tengo amigos. Personas alegres y tristes, con corajes y cobardes, dulces y amargas, tímidas y extrovertidas; pero al fin y al cabo son mis amigos. Así los quiero, aunque sea yo quien deba buscarlos para poder compartir con ellos.

Esa desagradable sensación que me invade cuando necesito de un amigo y no lo encuentro, cuando le llamo, envío un mensaje o voy a su casa y no le encuentro, es parte del sacrificio de tener amigos. Lo mejor de cualquier relación es la libertad que le puedas brindar al otro para que se desenvuelva mientras tú le observas ser libre, aunque eso conlleve que te quedes solo cuando más compañía necesites.



Ama a tus amigos tal cuales son, no les pongas trabas, no les exijas su compañía, no les haga sentir que son de tu propiedad; más bien déjalos libre. Es lo que he hecho yo.

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