11 de abril de 2011

Traición

"Mientras más conozco a los hombres, más amo a mi perro", dijo Aristóteles refiriéndose a lo incomprensible e indeseable que llegan a ser los seres humanos. Esto no se trata de denigrar al ser humano (porque sería una estupidez), ni mucho menos enzarzar la conducta fiel del perro (animal), sino más bien de hacer varias consideraciones respecto a la fidelidad en la amistad.

Retomando la frase aristotélica expuesta al principio de este texto, vale decir que mientras uno se mantenga dándole de comer al perro y acariciando su pescuezo, éste se mantendrá fiel, inclusive cuando reciba los mismos afectos de otros individuos. No así el ser humano, No así. Increíblemente estamos viviendo en el gran mundo de las apariencias. Yo me arriesgaría a afirmar, como Platón, que los sentidos nos engañan. Siempre he defendido el valor inconmensurable que tienen los/as amigos/as en la vida de cualquier ser humano, pero ahora la duda aparece en el escenario y me dice que el abrirse al otro requiere de un acto de fe. Ese acto de fe tiene que ser ciego, desinteresado y abierto a la tolerancia de cualquier eventualidad que puede surgir, tal como una traición.

Lo menos que espera una persona de sus amigos es que le traicionen. Todo aquel que ha sido traicionado no ha evitado sentirse decepcionado y herido. El resultado no se hace esperar: se ve obligado a tomar ciertas decisiones drásticas. Yo las he tomado. Fruto de esas decisiones, la atmósfera se llena del olor putrefacto de la duda, y todo a su alrededor es afectado.

Tú que te atreves a leer esto y que te sientes, en cierta forma, interpelado/a por las palabras expuestas aquí; si eres de los/as amigos/as míos/as que aún mantienen el lazo de la amistad fuerte y sin rasguños, puedes respirar tranquilo/a.

A lo que quiero llegar con todo esto es a lo siguiente:
En la vida uno conoce a miles de personas, con los cuales llegas a establecer una bonita relación. Muchas de esas personas se llegan a convertir en seres especiales, porque dentro del común, llegan a sobresalir por ciertas cualidades que las hacen ser únicas e insustituible. A esas personas les tomamos un cariño tal que hasta sentimos la necesidad de cuidarlas y defenderlas de cualquier peligro. Yo he hecho mi elección y he tratado de realizar bien mi papel de amigo: defensor, consejero, cariñoso, atento, comprensivo y arriesgado. Pero, ¿Para qué? Al parece tal actitud mía no ha bastado para hacer caer en la cuenta a aquellos/as que se consideraron mis amigos/as, que yo no me merecía tal acto de bajeza infame llamado traición.

Hoy estoy triste por la pérdida irreparable de un/a amigo/a ; pero también estoy feliz porque sé que a mi alrededor aún existen personas valiosas que serán capaz de defender la amistad, incluso con la muerte. Me tranquiliza el hecho de que el hombre más grande que ha visto esta Tierra una vez fue traicionado por su más grande discípulo y de todas formas lo perdonó. Yo también perdoné.

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